Una de la más grandes tradiciones nupciales fue heredada de la realeza: el vestido blanco.
La Reina Victoria fue la primera en usar un vestido blanco para su boda en 1840.
Ella se convirtió en reina de Gran Bretaña e Irlanda a sus 18 años, cuando conoció a su primo Alberto de quien se enamoró y contrajo nupcias.
Ella optó por usar un vestido blanco, el cual ella misma diseñó; rompiendo así con la tradición, siendo que en aquella época era costumbre que la realeza se casara con trajes de colores muy vivos.
14 años después de su boda, cuando se hizo más común la fotografía le tomaron un retrato de bodas, el cual se hizo tan popular que pronto el vestido blanco se convirtió en un símbolo de poder adquisitivo y así fue como este color se popularizó hasta hoy.
Hoy en día, el color blanco ha variado un poco, siendo también muy popular el marfil y en ocasiones el rosa pálido.
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